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Ayer te vi
Ayer te divisé en mis sueños,
caminabas por la húmeda vereda,
desnuda, con total inocencia,
abrigada con flores de color.
Ni lluvia, ni viento, ni tormenta
lograban apartar mis ojos de ti,
la calle sombría estaba cubierta
de insensatez, absurdos y locura.
Mientras mi apenada mente trocaba
los pensamientos en rebeldes poemas
¡No! a la impunidad de una guerra.
¡No! a la maldición del hambre.
Me di cuenta que estaba soñando
terribles espasmos de la realidad,
jeroglíficos que eran arrasados
por los decibeles de la emoción.
Ingrávido, enteco y pálido, desperté,
con la sutileza glauca de tu mirada,
con la insania almíbar de tus besos,
con el arrebato enrojecido de la sed.
Solo entonces... al verte a mi lado...
toda aquella alucinación desapareció,
porque fuere lo que hubiese sido,
verdaderamente no era importante...
¡Porque allí estabas tú!
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