No hay libro, Universidad, ni curso de internet que te prepare para ese sentimiento que te eleva suavemente como el vuelo de una golondrina, te ilumina con un rayo del sol en el amanecer hasta encandilarte en el mediodía de la existencia, te envuelve en una brisa marítima, suave y frágil impregnando tu ser de exquisitos y misteriosos aromas que trascienden las cimas más altas del mundo solo para estar junto a ti.
Cuando el amor toca a tu puerta la tierra se abre mostrándote sus bondades y sus furores, tocas el cielo en tanto se abre el infierno incendiándote el corazón, todo se vuelve etéreo como un zumbido en el aire en una noche de espesa niebla, hipnotizándote mientras sueñas despierto viajando en un agujero de gusano hasta los confines del universo, te hace vibrar de manera inverosímil cada uno de los circuitos que componen tu alma y llevando a su máximo exponencial el procesador de la pasión.
Deseas ser gota rompiendo los silencios, espada que labre la huella del camino, un tímido remanso donde la paz no sea tan solo una palabra, un cielo libre de misiles, un país sin fronteras, la humanidad sin avaricia, maldad o miseria, la llave que libere todas las cadenas, una estrella que derroche luz en el atardecer mientras eres el suspiro que anuncia la llegada de la luna.
Cuando el amor arriba, Antares fluye fulgiendo con supremo esplendor, Pegaso es más azul que nunca, Vega transmite mensajes de amor y Arturo con su color rojizo pinta los oasis del desierto, la selva del amazonas se troca en un parque sutil y sereno, las cataratas del Niagara son una simple hondonada y el calendario no se mide en años si no en latidos por segundo.
Tu ser amado se enreda entre los pies inventando flores de papel maché en cada invierno, baila la danza del fuego entremezclando Rock & Roll y un tango de Piazzolla, la espera por su presencia es la necesidad por la droga de su sonrisa, la playa es un lago en deshielo, te cura, te libera, te desvela al mismo tiempo que te muestra una orbe de ensueño ¡La tierra prometida!
Te conviertes en un traficante de ilusiones en donde mil versos plasmas en el lienzo de la vida y tienes fe en que los hombres darán su amor, que seremos soberanos de la rutina y del dolor, que la mentira solo fue una utopía, que las manos se unen en busca de la felicidad y que no existe otro verbo más que “amar”.
Cuando el amor llega ya nada tiene sentido y sin embargo todas la piezas encajan de una en el puzzle, pierdes las horas del trabajo imaginando su cara en la ventana, caminar bajo la lluvia se vuelve la raíz de una caricia, lo ilógico se vuelve lógico, eres jinete del viento en medio de un huracán, surfeas en un tsunami y te plantas en la cima del Everest a cantar una canción.
Entonces, en ese instante, entiendes el propósito para el cual has nacido, sabes que la señora de cara amarga a la que llamamos “Soledad” no te encontrará indefenso y aprendes una nueva conjunción que tan solo el amor te enseña: “Nosotros”.