Cuando te enamoras
No hay imposibles cuando el viento del amor roza tu puerta, tu pecho se hace un huracán y brisa cálida el corazón; las razones dejan de existir, los problemas se convierten simplemente en un absoluto cielo celeste, elevándose desde lo profundo a la estratosfera, todo cambia y no hay nada ni nadie que se resista.
Te sientes dueño del mundo, el sol no amanece ya que vive contigo, la noche es la dueña de los suspiros, los ojos se empapan de felicidad y tu mundo deja de tener guerras, codicia y hambre, ya que la claridad de las estrellas y el perfume del alhelí habitan en tu interior, las palabras ya son sin sentido salvo “Te amo” y todo se define con una mirada.
El amor te magnetiza, te eleva entre la marea y los sueños, conjugando los verbos del aire, lo etéreo, cual si fuera una cristalina gota de paz en medio de la refriega, creando una máquina donde la curva espacio-tiempo es tan sutil e irreal, que te quedas por siempre en ese universo.
Cuando te enamoras, eres una hoja de otoño volando en el viento, la niebla de la mañana soleada, la isla perfecta en un mar en calma, un arcoíris sin lluvia, la llama de una vela crea un incendio quemando tu sangre, transpirando en tus venas y solo el océano de sus besos pueden ser la catarata que logre el sosiego.
En los momentos de ansiada espera, susurras su nombre con la vista cerrada y su cara sonriendo, arrullas su voz, te sientes un delirante, tanto que pasearías con un melón en la cabeza; la locura te disuelve en el torbellino, te engarza en mil diamantes, te hace nacer de nuevo y sin ningún rubor gritas a los 4 vientos “Te quiero”.
Eres un pirata que ha encontrado su tesoro, una poesía escrita con velos de seda, el dorado trigo en la sesga, una canción en la madrugada, el agua bendita que sacia los verdes prados, un jinete en el valle del Olimpo galopando libre al viento, la vida de una mariposa multicolor en un segundo, el dulce y fuerte puerto donde anclarán sus doradas alas.
Cuando llega el amor a tu estación, los ferrocarriles vuelan, un rayo atraviesa tu ser y tú como si nada, el invierno se convierte en primavera y las flores son los copos de nieve que danzan sobre tu gabán, no hay semáforos y la playa tiene olas de papel con su nombre escrito; eres el milagro del vino, la cura de todas las enfermedades, la ilusión vagabunda del verso y la corriente fugada de la presa correteando soberana por las arenas del desierto hasta el oasis de su luz.
Eres el preso más libre del Cosmos porque a tu lado… ¡ah! a tu lado está esa persona que te subleva y reposa, te perfuma y envenena, te enferma y te cura, te adormece y te desvela, te arrebata y te congela, el travieso ángel de las cavernas, la voz que calla a los traidores poniéndolos de rodillas, la confianza, el equilibrio, la vida misma.
Cuando te enamoras eres un insaciable laberinto, un traficante de ilusiones, el virus del olvido en la cumbre de su piel y sabes a ciencia cierta que llegaste al final del camino.
