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Aquella primera vez
(Décimas Espinelas encadenadas)
Por vivir enamorado
la ilusión fue solo olvido,
el amor un desvalido
que nació muy alocado.
Fue un huracán desatado
en la noche cristalina,
con la luna tan divina
alumbrando desde el cielo,
perfumada con un velo
por la flor de la glicina.
Una estrella bailarina
encendió nuestros rubores,
fuimos duendes burladores
de una experiencia divina.
El cuento que aquí germina
fue copla de una amistad,
la pura curiosidad
nacida en aquellos niños,
que jugaron con cariños
muy propios en esa edad.
En la dulce intimidad
del fuerte del paraíso,
nos juntamos sin permiso
ardiendo en la pubertad.
Sin ninguna claridad
por el deseo llevados,
allí en la sombra trenzados
con manos y dulces besos,
inexpertos embelesos
en los cuerpos atrapados.
Con los párpados mojados
y tu voz con pundonor,
susurraste con temor
¡Tengo miedo, ten cuidado!
Un te quiero fue grabado
en tu boca con dulzura,
luego locos sin mesura
sintiendo la piel confluir,
fuimos astros al latir
en esa inmensa negrura.
Enredado en tu cintura,
tú bebiendo mis desvelos,
fuimos abismos y cielos,
inocencia en la mixtura.
El jardín y su natura,
el aroma "Filigrana",
el agua de la fontana,
aquellos duendes menudos,
fueron los testigos mudos
de esta historia tan lejana.
Hasta la diosa Morgana
descendió del infinito,
para asegurar el mito
de aquella pasión temprana.
Un sueño de porcelana
trocado en realidad,
en la más pura verdad,
una canción al nacer,
hoy eres esa mujer
que arrulla mi soledad.
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