A partir de ese día
(Soneto Octonario de doble rima)
Abrigo fue su presencia y el verde de su mirada
fue mi risa ilusionada que brilló con su existencia,
fue luna de pura esencia por el río desatada,
una cascada dorada para mi alma sin clemencia.
Segó toda la demencia su poema en la alborada,
derritiendo la nevada con infinita paciencia,
el delirio fue la ciencia, una caricia templada
y su boca enamorada avivó aquella urgencia.
Yo sentía la cadencia que por mi piel con dulzura
inflamaba su ternura con tan bella sinfonía,
su voz era poesía susurrando sin censura
y en la bendita locura desatada en la pasión
su arrullo fue la canción, la frescura y lozanía,
donde a partir de ese día se amarró mi corazón.