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Este obra cuyo autor es
Daniel Borrell

está bajo una
licencia de Reconocimiento 4.0
Internacional de Creative Commons
.
Creado a partir de la obra en
http://masalladelosversos.es.tl/.
Asi conoci la ternura


 

Así conocí la ternura

 

Ubicada mirando al este, frente a la fuente de la madre, bajo la sombra de los pinos que adornaban la plaza en un mezcla de claroscuro, como una pintura de "Rembrandt"  y totalmente sumida en su lectura; así conocí la ternura.
Una tarde cálida que siempre nos regala la primavera entrante; ojeando lo que supuse algún libro sumamente interesante, que descansaba tierna y delicadamente sobre su regazo como si fuera un pajarillo malherido.
Vestía una remera negra donde resaltaban en letras rojas "Pink Floyd", un collar con dientes de tiburón, una cadenita con el símbolo de la paz, una "mini" de color jean piedra, engalanada con brillantes lentejuelas y una tobillera artesanal con caracoles.
Su cabello rojo como un atardecer en el árido desierto, largo y lacio, descansaba sobre sus prominentes senos, escondiendo su rostro, cual si fuera "Afrodita" avergonzada, no dejándome apreciar cuan bonita era.
Las piernas indomablemente cruzadas, mostrando su tersa blancura, unas sandalias indias de cáñamo, atadas casi hasta la rodilla, sus manos, menudas y delicadas como los pétalos de un pimpollo y un montón de coloridas pulseras en la muñeca, así conocí la ternura.
En un momento dado alzó su cabeza y fue como divisar a "Yemanja" nariz respingada, labios húmedos, carnosos y rojos como su pelo, contrastando con la noche negra de sus ojos y sus mínimas cejas, con un gesto de ninfa curiosa y divertida.
Al alzar su mirada, los rayos del sol que se filtraban por los árboles, hacían que esta destilara finos destellos luz, como estrellas fugaces, sus mejillas, en parte coloreadas por el tibio calorcito de la tarde, esbozaron junto con su boca, una pequeña sonrisa.
Más tarde supe que esa mueca se debió y cito, “a mi cara de incrédulo", pero, ¿cómo no ponerlo?, si ante mi se extendía ¡Tal imponente belleza!  Los dioses del Olimpo, los ríos, los cielos, los valles, el universo entero, le habían regalado todos sus paisajes y sus atributos, así conocí la ternura.
Me supongo que fue esa cara de sorpresa, la que me hizo conocer su voz, melodiosa, dulce como el almíbar, delicada, firme como el noble roble, profunda como los abismos del océano, y las poderosas catacumbas de Odesa, que a mi cara de atónito e idiota le preguntaste; ¿Tan así soy?
El resto de la historia, es otro cuento, vale decir que fue un gran amor, un amor que duró solo tres meses, intenso, pasional y totalmente desbordante; su dulzura, su sensualidad, sus ganas de vivir "al palo" con tan poco tiempo me llevaron después de tantos años a recordarla.
Luego desapareció, con la misma pasión, con la misma intensidad que vivió, con la misma dulzura innata y la hermosura de su forma de ver la vida, dejando en mi viento un hueco tan hondo, que hasta hoy pasados los años, nunca he podido olvidar y nunca podré llenar, así conocí la ternura.
Estés donde en el universo que estés sé que me recordaras, en cada hoja de aquel libro, en cada rayo de sol al amanecer, en cada mirada estúpida y asombrada, en un banco de cualquier plaza, en las floridas y limpias calles de Holanda, en el corazón enamorado de un pájaro y en el alma rota que te llevaste con tu partida.


 
 
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