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Este obra cuyo autor es
Daniel Borrell

está bajo una
licencia de Reconocimiento 4.0
Internacional de Creative Commons
.
Creado a partir de la obra en
http://masalladelosversos.es.tl/.
Ah los milagros tambien existen




“Ah, pero los milagros existen”
(Prosa)
 
Mujer que vas dejando serpentinas a tu paso, envolviendo la arena de la playa con tus pies, desatando un carnaval de pasiones simplemente con tu suspirar.
Agitas las olas del mar con tu sensualidad y al mismo tiempo lo calmas con tu balsa de sonrisas, mientras dispersándose por el aire tibio, las gaviotas danzan por el aire en tu honor.
Los piropos se rinden sangrando letras al no encontrar las palabras exactas para tu belleza, en tanto esta atropella las vanidades, condena los efluvios, construye puentes de miradas y la naturaleza se rinde con enorme orgullo de madre por tan exquisito esplendor.
Las mariposas crean un jardín a tu alrededor en vuelo multicolor, las flores ceden sus aromas delicados para impregnar tu piel, el sol regala su fulgor y las estrellas trinan de envidia, tú… con ese grácil andar elevas una caricia al cielo para encenderlas cuando nadie te ve y ellas muy orondas, coquetas, engarzan tu pelo con finas perlas en señal de agradecimiento.
Así, con un vaivén místico de hechicera humilde llegas hasta mí, enlazas tus brazos en mi cuello y estampas un inmenso beso en mis labios que siempre dejan sabor a fresas.
Entonces...aquel tejido de miradas se convierte en un atónito murmullo donde nadie entiende nada, el peso de mil lunas se vierten en mi espalda, los hombres arrojan sus cañones e insultan por lo bajo, preguntándose ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿De qué forma? ¿En qué instante?
Entretanto nuestras cómplices miradas se unen en una sonrisa tan grande como el sol, ardiente como las arenas del desierto y profunda como la selva del Amazonas.
Las preguntas que ellos y ellas se hacen son tan simples de contestar que si las hicieran se terminarían riendo como lo hacemos nosotros cuando la recordamos.
¿Cómo? …¿Cuándo?... ¿De qué forma?... ¿En qué instante?...
Ah, porque Cupido gusta divertirse con los corazones humanos y el destino es un piélago de emociones donde la sed y el agua se unen en uno solo en cualquier instante del día o la noche, como fue en este caso.
Una tarde en la que estaba presentando los diseños para una publicidad que me habían encargado ya que trabajo Freelancer y todo se desarrollaba en buena forma, se presenta el dueño ya entrado en años y su hija, indiscutiblemente una de las mujeres más bellas del universo o por lo menos la más hermosa que conocía hasta ese momento, pero… ¿Verdad que siempre hay un pero? Con gestos desdeñosos, demasiados autoritarios para mi gusto, su ceño fruncido como si hubiera un aroma asqueroso en el aire, queriendo imponer su dominio; inmediatamente los empleados quedaron todos con temor y uno de ellos por debajo me hizo una seña de que me quedara callado.
Una de las cosas por las que he adoptado esta modalidad de trabajo es porque no me gusta que me manden y por supuesto mucho menos que me prepoteen, ya que soy bastante “calderita de lata”(a) como dicen por estos lares y “aguanto muy pocas pulgas” (b) gracias a este carácter de
“*%·*%*&*” he perdido varios trabajos pero eso es otra historia; así que después de tres impertinencias me paré mirándola a los ojos de forma muy socarrona y le dije: “Oye tú” ¿Quién diablos te crees que eres? Todos quedaron paralizados ante mi explosión, parecía que el silencio se podía cortar, en los ojos de ella se desataba el infierno, abriendo la boca pero sin poder decir palabra debido a su estupor, en medio de esta tensión se oyó la risa del anciano quién con un gesto muy divertido dijo: “ah, pero los milagros existen”, todos dirigimos la mirada hacia el hombre con gesto burlón, a lo que él agregó mirando a aquél demonio donde ya no cabían más tonalidades de rojo “te han dejado sin palabras y eso hija mía es un milagro”
En verdad fue un momento en los que cualquier persona en su estado mental normal se hubiera callado, pero claro ese no era exactamente mi estado, así que sin poderme contener largué una carcajada a lo que su padre me acompañó, aquello fue el punto culmine, la gota que derramó el vaso para que en aquella ninfa se encendiera un reguero de pólvora que empezó y terminó 5 minutos después con toda clase de improperios hacia mi persona. Me limité a mirarla de arriba hacia abajo dirigiéndome a la salida cuando cruzaba el umbral de la puerta me volví y a modo de despidida dije: “si usaras la milésima parte que tienes de belleza en delicadeza sería capaz de darte un beso” cerré y me fui.
Afuera de la oficina todos me miraban como si hubieran visto a un Aliens o un muerto que era lo que me consideraba en ese momento.
Dos días más tarde recibo un llamado telefónico del padre de la “niña” invitándome a cenar y ahora fui yo el que no sabía que contestar a lo que el hombre volvió a repetir: “ah, pero los milagros existen” y yo dentro de mi estupor y sin saber que me depararía el sino acepté.
Ha pasado un año desde aquella cena en la que nos empezamos a conocer y todavía lo seguimos haciendo, complementándonos uno con el otro, ella ha bajado sus decibeles y yo enfrié un poco mi carácter, mientras su padre (para el cual aún sigo trabajando) sigue repitiendo: “ah, pero los milagros existen”.
 

 
 
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