A contraluz
(Mariposa Negra & Daniel)
Delicada y suave tu melodía
que invade el despertar de mis mañanas,
desde que el roce de tus labios marcó la despedida
y hoy sigue siendo huella sobre mi almohada;
alumbrando mis andanzas
con mirada dulce, sonrisa amable,
con el verbo que se inventa a contraluz
conjugando en diez mil formas “Adiós”,
veo tus ojos y en mis ojos el mundo se abre
y no estás aquí para calmar tal desesperación.
Distancia...
es solamente una palabra...
Es el cielo donde mora
la esperanza blanca que tu voz arrulla
Amor...
es un sentimiento que no tiene palabras...
que me ancla el alma a un sutil encierro
donde alojo el sueño de un futuro eterno.
No puede la fría escarcha congelar tu cálida luz
que blanquea mis alas negras,
aunque en mi ser esas niñas gigantes
sean témpanos de esperanzas huérfanas.
Hoy cansada de volar sin rumbo
me abandono en ese cariño
y las intangibles notas de la partitura
gritan porque solo hay escritos silencios.
Tu corazón llevaré atado al mío,
junto a ese beso que se cuela inesperado
en la raíz de mis recuerdos,
mientras un compendio de cascadas y risas
me cubre con ternuras las heridas,
intentando aplacar todo el dolor
que han dejado mil batallas perdidas
en el campo gris del desconsuelo.
Damisela; con tus bosques de ensueño
hoy la paz has devuelto a mis llanos…
Andante caballero mi fe en ti se posa
en tus brazos encontré tranquilidad…
eres la tierna dama de profundos ojos castaños
que aroma el manso café del alba,
en tanto espero de tu amor la dulce cura
para que mi alma se renueve.
Parpadeo… para sentir que solo ha sido un sueño
en tanto tu cabellera cosquillea en mi brazo
y el perfume de tu rosa me envuelve
haciendo resurgir ese beso tan mío…
tan nuestro, que bordan con melados hilos
el ensueño suave, grato y exquisito,
que abandonas en mi boca
antes de que muera el día.
